jueves, 6 de enero de 2011

Del Trino al hecho, Sangre de por medio

Hay cuestiones de método, no solo perder, también la forma de movilizarse posterior a la lectura de los acontecimientos que a diario invaden a la población. Hoy me detendré en uno que me causo especial simpatía y diferentes cuestionamientos acerca del tipo de actos que generan conciencia y estupor en la opinión ciudadana.

El pasado 29 de Diciembre lancé un trino alertando a @adoptabogota de un sacrificio de animales felinos y caninos (bien podría llamarse masacre) que se ejecutaría en Zoonosis Bogotá. El tema me conmocionó desde que Pilar Cabrera, periodista y activista medioambiental, denunció en RCN que cerca de 20.000 mascotas son asesinados por el organismo distrital, estas cifras incluyen no solo animales enfermos por toxoplasmosis o rabia, también perros y gatos sanos cuyo único diagnostico fue sufrir del abandono y el desprecio infame de sus amos.

Estas cifras mortales podrían compararse al numero de víctimas de un terrible cataclismo que conmociona al mundo entero: genera teleton, donaciones presidenciales y el apoyo de empresas del sector privado de dudosa reputación, sin embargo es crueldad originada por el hombre y desdeñable desde cualquier punto de vista. Pareciera que a través del tiempo se han consolidado estrategias para esculpir en la mente de los habitantes del planeta la idea terrorífica de aceptar la maldad con fines de bondad,  aún cuando el fondo no representa bien común, esta estrategia va mucho mas allá de silenciar y confundir de forma metódica las opiniones contrarias.

Este video, por ejemplo, muestra una tradición sangrienta aceptada de manera cultural:



Hay un punto ciego en este asunto, ¿En que se diferencia la matanza de miles de animales domésticos a la de de bovinos con fines de espectáculo todos los años? ¿Existe acaso alguno? 

Tal vez si construyéramos un Circo y alojáramos a los miles de cachorros que iban a ser asesinados en Zoonosis para fomentar un show romano con látigos y sacrificios no parecería extraño escuchar la satisfacción del jet-set Colombiano y de muchos de sus fieles aplaudiendo el apoteosico acto de generosidad, una doble moral bien acentuada dentro de la tergiversada mente de los amantes taurinos que en una defensa absurda ( inclusive constitucional ) recorren cada feria y fiesta del país para disfrutar estos espectáculos de muerte que se alejan del sacrificio justificado de los animales con fines de alimentación y supervivencia pasando a rayar en lo enfermo y el morbo sangriento.

Ante la crueldad no solo basta el rechazo, por que la diversión para los defensores de la tauromaquia en el mundo difiere por poco con la de un psicópata, otro de los grandes regalos de nuestra posmodernidad.
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